Hola amigos,
Hoy me he levantado a las 6h., dispuesto a ir Samarqand, en principio en tren, bien sea en el Afrosiab (Talgo fabricado en España), o bien en el Shark (traducido: tren de Oriente).
Mientras desayuno se acerca Farhod. Me saluda dándome un abrazo. ¿Recordáis? Es mi Antxonito en Tashkent. Dejo mi equipaje en el hotel, salvo una pequeña mochila.
Viajo en taxi a la estación de tren. El taxista, vivillo él, estando en las mismas taquillas para obtener los billetes, me deja a unos 300 metros, más alejado y a la vuelta de la estación. Después de varias preguntas, ya he conseguido llegar donde están las "Kasass", lugar donde se compra el pasaje.
¡No hay billetes para ninguno de los dos trenes!
¿Y ahora que hago yo? Tras unos instantes dudando, pienso: Voy a ir a Samarqand de cualquier manera, aunque sea subido en un caballo.
Me siento en un banco, frente a la parada de taxi, por donde pululan taxistas supongo que oficiales y un ejercito de espontáneos, furtivos sin licencia seguro. Durante un rato, trato de averiguar cual de todos ellos tiene cara de menos granuja.
Por fin, me decido. Me incorporo y me acerco a uno de ellos. En cuanto comienzo a hablar con él, unos cuantos compañeros suyos nos rodean. Hay una lucha verbal entre ellos, por ver quien se hace finalmente con la pieza, que soy yo. Con forcejeo entre ellos, mí elegido consigue llevarme a su coche. Ya en su vehículo, es evidente que es un furtivo. Le explico que quiero ir a Samarqand y que no hay billetes de tren. Negociamos... Me dice lo que puede costar un taxi hasta esa ciudad y lo que me cobraría él, por acercarme a una lanzadera de taxis que hace ese trayecto. Hay trato!
Ya con él en el coche, me lleva a unos 8-10 km de donde estábamos. Hay un montón de taxis y... Sorpresa! Un autobús que va a Samarqand. Me pregunta si quiero ir en Bus o en Taxi. Opto por el autobús por ser mucho mas económico. Él se ofrece y se encarga de negociar mi billete con el responsable del autobús, abriéndose antes paso a brazo partido con otras personas que también quieren llevar al huerto a este maltrecho viajero. El importe, 10 dólares. Hay trato!. Ya está... Me da la mano y se despide. Bueeeeno, al final un tío majo. He tenido suerte.
Cuando subo, o mejor dicho, me empujan dentro del autobús, solo están un abuelo con su nieto. Me pongo junto a ellos. Es un buen sitio.
Enseguida el niño, de unos 10 años, empieza a sonreír y a interesarse por mí, el extraño, el raro. Está todo el tiempo sonriendo y jugando. Le enseño fotos y también como funciona la cámara. Hace mucho calor dentro del autobús. Le pido que vaya a comprarme una botella de agua, pero su abuelo le dice que me de una de las que tienen ellos, cosa que hace el crío. Me dan también caramelos, me hago fotos con él y su abuelo. Juega conmigo...
En fin, así va pasando el tiempo y el autobús que no sale. En el exterior, una multitud de gente vocifera para atraer clientes al Bus: Samarqand!, Samarqand!... Son comisionistas. En cuanto aparece un posible viajero, caen sobre él como buitres, peleando entre ellos. Desde mi ventanilla puedo observar detenidamente el comportamiento de estas gentes. Están atentos a todo lo que se mueve, dispuestos a la lucha, para conseguir al viajero y llevarse de este modo un dinero.
También suben al autobús vendedores de todo tipo.
Arranca el Bus. Dos largas horas he estado metido aquí dentro, con unos 32 grados de temperatura, pero no creáis que la espera ha sido en balde. Me ha servido para descubrir que esta empresa no tiene perdidas. El autobús sale cuando se llena!
No sé si debería de decir autobús, ya qué más bien es un transporte. Aquí viajan personas, pero también, todo tipo de materiales, cuyo pago ha sido negociado y acordado previamente con el responsable del Bus.
Describiré un poco el marco en el que viajo:
El autobús tiene unas 50 plazas, muchos años encima y un chófer indescriptible. Debajo de prácticamente todos los asientos, hay una batería de automóvil (?) debidamente embalada en su correspondiente caja, lo que te obliga a tener un pie siempre recogido. De la mitad hacia atrás, todo el pasillo está ocupado por cajas de todo tipo, por lo que el viajero ha de pasar sobre ellas para acomodarse en su plaza. En los altillos de los asientos hay todo tipo de bolsas y materiales. Se venden más billetes que asientos. Delante de mí hay dos mujeres mayores -ya abuelas- con un chaval de unos 12 años, ocupando dos plazas. Hacía la mitad del viaje, una de las abuelas se ha sentado en el pasillo durante unas horas. Hay personas que van de pie. Pero volviendo a los materiales que transporta...
Me quedo de piedra, cuando veo venir desde mi ventanilla, un hombre con un parachoques de una furgoneta (u otro vehículo similar) en la mano, con la pretensión evidente de meterlo al autobús. Bajo mis narices observo la negociación. Primero que no, de forma tajante. Luego, regateo. Llamadas telefónicas a la base. Después, vistazo a la zona de carga del autobús y toma de medidas. Finalmente, acuerdo y el parachoques para adentro. Y todos tan contentos!
Y por supuesto, aquí se come y se bebe, pero no se puede ir a la "toilette", porque el autobús no realiza ninguna parada en 5 horas. Me sorprende que en todo este tiempo nadie tuviera ninguna necesidad fisiológica. De todos modos, creo que es mejor no saber cual hubiera sido la respuesta del chófer ante esa eventualidad :-) :-)
Me marcho preocupado. El abuelo ha mandado al niño a algún recado y no ha vuelto. El abuelo ha bajado del autobús. Al marchar, puedo verle desde mi ventanilla muy inquieto por el niño. Los que hubieran sido mis compañeros de viaje se quedan en tierra.
Por delante 290 km hasta llegar a Samarqand. El autobús, con una visión más elevada, me da otra perspectiva de la ciudad de Tashkent.
Si os quejáis de estar un rato seguido oyendo a Manolo Escobar o a El Fari, no os cuento lo que es un viaje de estos oyendo digamos, canción popular a todo trapo.
Cuando llevamos unos 70 km recorridos, pasa el Cobrador. Un hombre desaliñado, portando una bolsa de plástico, desvencijada por el uso, en la que va introduciendo el dinero de los pasajes, que va obteniendo de cada viajero. Es cutre cutre...
Por fin..., Samarqand! pienso..., pero no del todo. Estoy en las afueras de la ciudad. La estación de autobuses está así situada. Un chico Uzbeko, estudiante en Francia durante un tiempo, de nombre Ámbar, se dirige a mí, me pregunta de donde soy y se ofrece a compartir taxi y a acompañarme en todo lo necesario hasta mi alojamiento. Menos mal, porque hay dos hoteles Orient Star y al primer intento nos hemos equivocado. Fantástica su ayuda, incluso hemos compartido taxi con otras personas. Spasibo Ámbar!
Ya instalado, me dedico el resto de la tarde-noche a conocer el casco antiguo de esta ciudad...
En primer lugar debo decir que aquí no hay Oficinas de Turismo y la información que te dan en los hoteles no está, ni de lejos, acorde con la importancia de los monumentos a visitar, ni enfocada mínimamente al turista, sea de la nacionalidad que sea. Las calles tampoco están debidamente rotuladas, al menos, en las zonas por donde yo he estado.
Dicho esto, los monumentos antiguos me han parecido espectaculares, aunque más abajo matizaré esta afirmación. Estos son los que he podido visitar:
Plaza de Registan (lo mejor, sin duda)
Aunque no forma parte de los monumentos, incluiría también la avenida peatonal Registan Street, como algo muy interesante de visitar, con sus tiendas y restaurantes.
Ésta seria la matización a lo que he visto:
Algunos -casi todos- de estos monumentos están atendidos por personas no profesionales, sin formación alguna para atender a los turistas, cuya función principal es cobrar la cuota de entrada. No te facilitan información ni documentación alguna sobre el monumento a visitar. Está todo rodeado de policía, que te miran más como a otra cosa, que como a un turista. Las zonas que rodean algunos monumentos, por ejemplo, el Mausoleo de Gur-Emir, están de pena, con calles estrechas y destartaladas.
He cenado en un lugar al que ya le tenía "echado el ojo" y que no me ha defraudado. No puedo aportar el nombre del lugar, porque allí no había nombre alguno, ni posteriormente factura de lo cenado. Este ha sido el menú:
- Ensalada de tomate, cebolla y otros.., con yogurt natural (de cine). El yogurt me hace pensar qué estaremos comiendo allí.
- Dos brochetas grandes de pollo y tomate, hechas a la parrilla y acompañadas de una ensalada de cebolla y hierbas (extraordinarias). No sabría decir con qué especias están condimentadas.
- Pan. Simplemente genial...!, amasado a mano (una pasada de rico),
- 2 pintas de cerveza de importación
Todo esto, en un sitio que está bien, pero sin echar cohetes, típico de aquí, por un importe de unos 15$USD
Bueno, ahora un paseo de noche y al hotel a descansar un poco.
Bihar arte
Un abrazo